Son variadas las veces en la que mi cama me mira y no me reconoce. Me siente pero realmente mi tacto no le es familiar. Me huele y no distingue ese olor -si, ese olor- en mi.
Me ve estremecerme sobre ella. Me escucha retener la respiración, apretar los dientes, suspirar y gritar. Siente mis manos apretándola, mis uñas por la tela, mis talones y dedos deslizándose con presión contra ella. Siente mi hálito cálido. Siente mis dientes. Y es testigo de cada palabra, cada secreto, cada confesión.
...