Lloro como la lluvia que cae en primavera en esta ciudad cuadrada y gris y verde también, más cementosa pero llena de árboles que dan alergia. No puedo respirar porque amo, porque pierdo. Porque no sé vivir bien cuando el tilo entra por la ventana e inunda de esporas la cama y la alfombra de la pieza en la que duermo. Entra neblina por la ventana de la cocina a la noche, madrugada antes que el sol salga. Y se nubla de golpe, de nuevo. Y otra vez llueve sin sentido en esta ciudad. No escapo porque ya me perdí, otra vez. Como esta lluvia que vuelve a empezar de cero. Nunca dejo nada y a la vez lo dejo todo a medias, claro porque no sé vivir bien.
lunes, 29 de septiembre de 2014
Lloro como la lluvia que cae en primavera en esta ciudad cuadrada y gris y verde también, más cementosa pero llena de árboles que dan alergia. No puedo respirar porque amo, porque pierdo. Porque no sé vivir bien cuando el tilo entra por la ventana e inunda de esporas la cama y la alfombra de la pieza en la que duermo. Entra neblina por la ventana de la cocina a la noche, madrugada antes que el sol salga. Y se nubla de golpe, de nuevo. Y otra vez llueve sin sentido en esta ciudad. No escapo porque ya me perdí, otra vez. Como esta lluvia que vuelve a empezar de cero. Nunca dejo nada y a la vez lo dejo todo a medias, claro porque no sé vivir bien.
jueves, 18 de septiembre de 2014
¿Te acordás, quizás, cuando te robé el primer te amo? Yo huí antes de que algo pasara pero no sin antes mirarte profundamente a los ojos. Eran las seis de la mañana, habías llegado borracho y fumado. Nos saludamos con un beso casual.
¿Te acordás ese sábado que viniste a las seis de la mañana? Siempre había odiado los boliches. Y varias veces rozaste mi mano con tus dedos.
Me pediste qué te haga un café. Y claro, yo, tenía un novio formal. Esa noche me volviste a besar, estuvimos juntos hasta la madrugada dando vueltas en la cama. La cara de envidia que pusiste. Me acuerdo que esa vez no cogimos ¿Te acordás, no? Nos dormimos en mi pieza y no en el colchón que estaba en el comedor. Y aunque fue la primera vez que te veía sola, te esperé en pijama. Eran las seis de la mañana y vos llegabas a mi casa esperando descifrar que había sido ese roce de la tarde. Lo recuerdo, otra vez no cogimos.
A la hora el beso te lo di yo ¿Te acordás que atrás de la desayunadera de mi ex cocina quisiste besarme? Creo que te acordás más cuando te pregunté si querías ser mi novio. A las siete sin duda te bese.
¿Te acordás cómo dos años después me reprochaste cada vez que te robé tu momento? A las trece te fuiste corriendo a tu casa y a las quince nos encontramos en la parada del colectivo. ¿Te acordás que trataste de besarme y yo te corrí más de una vez la cara? Ese cruce de miradas.
Era tu dialogo y te lo robé otra vez. Igual nos dormimos recién a las diez.
En el colectivo me acariciaste la espalda a escondidas. Habías comido una hamburguesa en un puestito a la salida de un boliche del centro. Cruzamos la mínima cantidad de palabras posibles. Yo, que en ese momento cantaba no tomaba, ni fumaba. Hablábamos con otras personas y creo que sólo una vez nos miramos a los ojos.
lunes, 15 de septiembre de 2014
No, no te voy a llorar. Confieso igual que algo de ganas me
dan. Pero siento en algún lugar, léase corazón o alma o qué se yo, que llorarte
es sólo una mala interpretación del adiós. De tu adiós.
Fantaseé con que sea
eterno y nuestro, infinito y continuo. Pero la realidad es que no somos capaces
de soportar tanta miseria. Tanto egoísmo.
Entiendo que el adiós de una persona es sólo el crecimiento
de nuestra alma.
Entiendo que el dolor en el adiós de alguien es consecuencia
del sentido de pertenencia que tenemos sobre el otro. Entiendo todo eso. Entiendo
que no deba dolerme tu adiós, mi adiós, nuestro adiós.
Fuiste, hiciste sentiste todo lo que debías. Me diste todo
lo que quise aceptar. Te amé y me amaste, fue real y existió.
Entiendo, también que tenemos que aprender de nuestro adiós.
Porque yo no soy tuya. Y vos no sos, ni fuiste mío. Por
eso, estas lágrimas que golpean con fuerza mis piernas, son absurdas.
El amor es tan tóxico, nos convierte en todo eso que decimos
odiar. No ves cómo nos envenena de mierda el alma. Nos tapa la realidad. No me
digas que soy cruel. Porque si, prefiero que sea amor real. El que desea que
seas libre y no el que cree que le perteneces.
Te amo en el adiós que me dejás. Porque sé que es el más
grande acto de amor irte.
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