jueves, 18 de septiembre de 2014
¿Te acordás, quizás, cuando te robé el primer te amo? Yo huí antes de que algo pasara pero no sin antes mirarte profundamente a los ojos. Eran las seis de la mañana, habías llegado borracho y fumado. Nos saludamos con un beso casual.
¿Te acordás ese sábado que viniste a las seis de la mañana? Siempre había odiado los boliches. Y varias veces rozaste mi mano con tus dedos.
Me pediste qué te haga un café. Y claro, yo, tenía un novio formal. Esa noche me volviste a besar, estuvimos juntos hasta la madrugada dando vueltas en la cama. La cara de envidia que pusiste. Me acuerdo que esa vez no cogimos ¿Te acordás, no? Nos dormimos en mi pieza y no en el colchón que estaba en el comedor. Y aunque fue la primera vez que te veía sola, te esperé en pijama. Eran las seis de la mañana y vos llegabas a mi casa esperando descifrar que había sido ese roce de la tarde. Lo recuerdo, otra vez no cogimos.
A la hora el beso te lo di yo ¿Te acordás que atrás de la desayunadera de mi ex cocina quisiste besarme? Creo que te acordás más cuando te pregunté si querías ser mi novio. A las siete sin duda te bese.
¿Te acordás cómo dos años después me reprochaste cada vez que te robé tu momento? A las trece te fuiste corriendo a tu casa y a las quince nos encontramos en la parada del colectivo. ¿Te acordás que trataste de besarme y yo te corrí más de una vez la cara? Ese cruce de miradas.
Era tu dialogo y te lo robé otra vez. Igual nos dormimos recién a las diez.
En el colectivo me acariciaste la espalda a escondidas. Habías comido una hamburguesa en un puestito a la salida de un boliche del centro. Cruzamos la mínima cantidad de palabras posibles. Yo, que en ese momento cantaba no tomaba, ni fumaba. Hablábamos con otras personas y creo que sólo una vez nos miramos a los ojos.
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