El chocolate llegó entre tus timbrazos. Las medialunas llegaron en tus manos.
Mientras vos no estabas me comí parte del chocolate. Después
llegaste envuelto en tristeza.
El tiempo cura todas las heridas, dicen. El tiempo sanó el
dolor y provocó otras heridas.
Suenan cuerdas y vientos de fondo. Las cuerdas se corrieron un
poco y toda la melodía quedó cruzada. Me empiezo a asustar.
Me enredé entre frazadas y las ganas de tenerte cerca, entre
la vergüenza y el miedo. Necesito que tu boca siga las líneas de mi cuerpo.
No quiero odiarte y sé que el amor es odio. Pero esto así es
perfecto, es eterno. Me gustas tanto que quiero, siempre y para siempre, idealizarte.
Lloro porque me confunde el amor. Me dice que si te quiero
tengo que verte. Pero sé que el amor no existe. Entonces me confunde la nada. La
nada me dice que verte es tenerte así. Y así es sólo, a veces.
Te fuiste lleno de besos. Y entre el humo del porro y la
malta caliente me como las seis medialunas que dejaste y me termino el
chocolate que llegó entre tus timbrazos.
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