Se aproximaba el momento de revelación. Planeó cautelosamente un viaje al mar. Recorrería la playa que quedaba a 30 kilómetros el sábado y pasearía por el puerto que quedaba a unos 200 kilómetro el domingo. Pasaría la tarde, comería, tomaría mate con su madre y amigos. Buscaría dejar en el mar las malas energía y liberarse como quién arroja las cenizas de un amigo, de un familiar y le dice adiós. Sacaría fotos y respiraría con profundidad. Pensar en él todavía le provocaba asfixia momentánea. Pensaría en él y lo dejaría en el mar.
Dejarlo en el mar, era dejarlo para siempre. Dejar sus sentimientos. Dejar de extrañarlo y dejar de quedarse sin aire cada vez que pensaba en él. Dejarlo irse de su alma. Dejar de pensar en él y querer hacerle el amor. Las ideas de él acariciando su sexo antes de hacerle el amor aparecían en cualquier momento del día y la noche. Las imágenes de ellos besándose en la cama no la dejaban de perseguir. Recordaba con detalle cada vez que se habían acostado. Lo necesitaba de vuelta dentro de ella. Necesitaba dejarlo en el mar.
Decidió dejar de escribir su cuento hasta volver de la playa. Creía que así volvería limpia para poder terminarlo. No sé equivocaba así sería. Apago el computador y se fue a acostar excitada por los pensamientos que la invadían de él. Recuerdos que había escrito en su cuento como ella lo recordaba detalle por detalle.
En vuelta en sudor y enredada en las sabanas a causa de las vueltas que daba intentando dejar de pensar y recordando cada vez que él la tocó. Quería acariciarse. Se quería acariciar y pensar en él, hacer como lo hacía él. Pero le daba terror hacerlo. No se animaba a masturbarse con su imagen porque temía volver a enamorarse, de confundirse. De dejar atrás el rompimiento y llamarlo. No sabía si él la aceptaría de vuelta. Pero en realidad no lo pensaba. Sólo pensaba en su miembro y en la forma en que la tocaba.
Se escuchaba respirar y se excitaba. La suavidad de las sabanas la excitaba. cada vez que pasaba la mano por su pierna o se acomodaba el pelo se excitaba. No podía parar de pensar en él. Lo recordaba y lo amaba. Recordaba amarlo y se quedaba sin aire. Volvía a sentir como el pecho se presionaba, su garganta se cerraba y un hilo de aire luchaba con fuerza para poder llenar sus pulmones.
Se quedo dormida bajo el éxtasis de la locura que sentía por él. Por haberlo dejado y no verlo. Por haberlo dejado por completo y no tenerlo. Esa noche como las anteriores tuvo un sueño erótico. Pero en ellos tenía sexo con seres que no tenían cara.
Sábado, 21 de julio de 2012.
03:20
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