sábado, 21 de julio de 2012

Una semana - Tercera parte - La razón de la huida




¿Qué vamos a hacer?, le pregunto una actriz secundaria al protagonista de la novela de las 11. El televisor seguía prendido para nadie. Las luces se distorsionaban, hacían sus propias figuras, dibujan sus propias imágenes. Cuando alguien lo pispeaba o miraba de reojo la imagen se arreglaba y emitía las verdaderas.
Ella sabía de las energías que trasmitía el reflejo del televisor. Era una de las tantas cosas que le molestaban de su casa que hacía tiempo había dejado de ser su casa. Lo sobrecargada que estaba, llena de aparatos que nadie usaba. Las flores secas que adornaban cada una de las habitaciones.Pero lo que más le molestaba era su cuarto, reacomodado por su madre. La cama estaba en el medio de la pieza, cuando a ella le daba terror esa posición. Al frente se encontraba un espejo que la reflejaba todo el tiempo.
Volver siempre era difícil, por una cosa u otra. Siempre se sentía incomoda por algo. Esta vez ella se había escapado de su nueva ciudad. Había huido del cansancio, de la rutina, de las peleas. Estaba agotada de discutir. De hablar por teléfono. De seguir intentando sostener una relación que ya no quería seguir.
Lo que ella no sabía era que en su vida iban a pasar cosas en este viaje que le harían cambiar toda su forma de pensar, de vivir, de respirar. Pero para que eso llegue a los ojos de ella faltaba tiempo. La vida era más que mirar el mar. Y gracias a ese viaje de regreso a su hogar, por fin lo entendería.
Seguía luchando para no llamar a esa persona. Todas las noches antes de dormir pensaba en él. En sus besos, en la forma en la que le hacía el amor. Pensaba en masturbarse pensando en él. Pero no podía. Se frenaba cuando tocaba su sexo. Intento tenes relaciones con otras personas, pero la cara y los recuerdos de él aparecían de golpe y no podía avanzar.
Lo necesitaba pero no podía retroceder. Al terminar la semana, lo habría olvidado.


Viernes, 20 de julio de 2012.
23:58



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